Buenos Aires, Argentina, 1998
Autores: Daniel Becker, Claudio Ferrari (BF:), Miguel Baudizzone, Jorge Horacio Lestard, Alberto Varas
Destino: Parque Publico, Memorial
Superficie: 12ha
Estado: Construido
Premios: 1º Premio , Concurso Nacional de Ideas
Allí donde hubo horror, la memoria sobre lo ocurrido debe estar siempre floreciente.
Para cumplir con esta premisa, a las orillas del río olvidado se empieza a levantar el Parque de la Memoria, una gran obra de paisaje urbano que rinde homenaje a los caídos en los sucesos más oscuros de la historia. Junto a la Ciudad Universitaria porteña, 30 hectáreas albergarán dos grandes áreas verdes: el Parque Natural, una extensión de tierra destinada a proteger el paisaje autóctono, y el Parque de la Memoria, una urbanización que incluirá tres monumentos y 17 esculturas.
En su forma, los dos parques resumen la imagen de una mariposa a punto de levantar vuelo sobre el agua. Y éste no es el único símbolo arquitectónico que explotaron los proyectistas. "La idea era que la Ciudad Universitaria se integre a Buenos Aires con usos más variados", explica Alberto Varas, quien ganó este concurso junto a Daniel Becker, Claudio Ferrari, Gustavo Gradel y Marcelo Israelewicz. Así nació el concepto de parque para usar, con mobiliario urbano, anfiteatro, bicisenda, sala de exposiciones y una gran loma verde que mira al río.
PRESERVAR LA MEMORIA.
El Parque de la Memoria ocupa 14 hectáreas verdes desparramadas en una zona con forma de semicírculo. El lado recto mira hacia la ciudad y, en la costa del río, una rambla curva funciona como continuación de la Costanera Norte. Allí, Varas dio forma de anfiteatro elevado, con bancos para sentarse. De esta manera, la gente que visita el lugar puede ver el río sin necesidad de acercarse a la baranda.
En el interior del semicírculo está el prado: es una colina desnuda, sin árboles ni superficies planas, que alberga el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado y el Monumento a las Víctimas del Atentado a la Sede de la AMIA (ver Los monumentos, en la página 3). "El concepto fue crear una colina artificial que funcione como símbolo de la construcción de una sociedad", afirma Varas. Precisamente allí, en la suave lomada del prado, el monumento contra el terrorismo de Estado se implanta como un corte abrupto, en la colina y en la historia argentina.
El Parque de la Memoria tiene su propia puerta de entrada: la plaza de acceso, la única parte del proyecto que ya fue inaugurada, hace unas semanas. Este espacio es un gran solado integrado por distintas piezas premoldeadas. Hay mobiliario urbano, lámparas con ubicaciones estratégicas, un diseño geométrico de la forestación y dos esculturas: la que ya está colocada es Victoria, una obra de hormigón blanco y forma truncada, creada por el estadounidense William Tucker.
Como nexo entre los dos parques, otra plaza (la de la Concordia) se constituye en un espacio cuadrado que une esas dos alas de mariposa, las grandes partes del proyecto. Cuando esté terminada, esta zona albergará un bar, baños públicos y mobiliario. Y tendrá un atractivo diseño espiralado que empieza con los materiales más duros y termina con los más blandos: a la franja de pavimento y piedra le siguen zonas de césped y arena. Frente a este espacio construirán el tercer monumento previsto en el proyecto: un triángulo dedicado a homenajear a los Justos de las Naciones, creado por Claudio Vekstein y Nora Vitorgan Maltz.
INTEGRADOS AL RIO.
"Las 14 hectáreas verdes del Parque de la Memoria son parte de la estrategia del programa Buenos Aires y el Río para que la ciudad deje de darle la espalda al agua", dicen Ezequiel Martínez y Francisco García Bardiñas, los funcionarios a cargo de ese programa. Buenos Aires y el Río nació en 1996 para que distintos lugares olvidados de la ciudad se integren a la costa. Precisamente, uno de los objetivos de este proyecto es incorporar la costa de la Ciudad Universitaria a la ribera rioplatense. Para reforzar la compleja relación entre la tierra y el agua, el proyecto de Alberto Varas goza de dos costas: una dura y una blanda.
En el Parque de la Memoria, la rambla que contiene los monumentos es un elemento urbano fuertemente definido. Pero en el Parque Natural, una costa blanda funciona como frontera entre la ciudad y el agua. Allí no hay barandas ni límites precisos: sólo piedras, bloques premoldeados de hormigón y gaviones que no conforman un borde rígido. Así, como el agua del río se mezcla con las piedras, también se integra el proyecto con la ciudad. La idea fue crear un conjunto complejo de piezas urbanas que se conjugan para crear un espacio que, además de utilidad, tiene significado.